Estamos en Pascua.
Desde el Colegio os deseamos a todos una INTENSA Y PROFUNDA PASCUA.
¡ES UN GRAN REGALO PODER VIVIR CON FUERZA ESTOS DIAS!
JESUS SE HA HECHO VIDA, NOS HA DEJADO CLARO QUE DIOS NOS QUIERE LLENOS DE VIDA Y QUE NOS NECESITA...
Que mejor manera de poder pensar en lo que PASCUA implica para todos nosotros que esta carta de un compañero.
DISFRUTADLA Y LO DICHO: FELIZ PASCUA
Laredo a,01 de marzo de 2017
Carta abierta al profesorado vicenciano.
Para toda la Familia Vicenciana es una alegría celebrar los 400 años de nuestro carisma; un
legado que Vicente de Paúl nos dejó y que sirve para llevar palabras de consuelo a los
necesitados en los cinco continentes.
Las Hermanas y los Padres Paúles han sido, y siguen siendo, elementos claves para la
continuidad del carisma vicenciano; pero debemos reconocer que las circunstancias
actuales, motivadas principalmente por la falta de vocaciones, hace que los laicos
tengamos la obligación y el deber de hacer efectiva y afectiva esa misión compartida que
debe caracterizar a toda comunidad de fe.
Los laicos, y en este caso de forma especial el profesorado vicenciano, debe asumir esa
responsabilidad; la responsabilidad de dar a conocer el carisma, que el Espíritu dio a
Vicente de Paul, y del que surge esa espiritualidad vicenciana que emana directamente de
la Palabra.
Pero, como siempre ocurre, no se puede anunciar aquello que no se conoce, aquello que
no se vive. Por eso la primera pregunta que debiéramos hacernos es, ¿cómo vivo en mi día
a día esa espiritualidad que he recibido de Vicente de Paúl?
Los profesores vicencianos estamos recibiendo, especialmente en aquellos centros donde
la dirección recae en los laicos, el testigo de dar continuidad a la obra heredada.
Por este motivo es importante no caer en errores graves de concepto, teniendo visiones
solamente humanistas; ni debemos pensar que el hilo conductor de nuestra espiritualidad
vicenciana está sustentado sólo en la “solidaridad humana”.
Nuestra espiritualidad emana de las raíces más profundas de la Palabra, encontrando tres
pilares básicos sobre los que se fundamenta:
1. Creencia plena en Dios Padre Misericordioso, haciendo propias las palabras sobre
el mandamiento único del que nos habla el evangelista Mateo (Mt 23, 37¬40):
-“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente. Éste es el primer mandamiento y el más importante. El segundo es
semejante a éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos
se basa toda la ley y los profetas.”
2. Seguimiento pleno a Jesús y su Evangelio
a. haciendo realidad esa buena noticia que nos presenta en Mateo (Mt 25,
34¬46): “Venid benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis
de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me alojasteis;
estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
fuisteis a verme….”
b. sabiendo que Jesús es nuestro descanso (Mt 11, 28-30): “Venid a mí todos
los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y
aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso
para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”;
c. y viendo en Jesús el camino, la verdad y la vida que nos conducen al Padre,
como nos dice el evangelio de Juan en el capítulo 14 versículos del 6 al 7:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre sino
por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre”.
3. Urgencia por servir al necesitado, tanto en lo material como en lo espiritual; tal y
como queda reflejado en los lemas de la Congregación de la Misión “Evangelizare
pauperibus misit me” (El Señor me ha enviado para servir a los pobres. Lc. 4,18) y
en el de las Hijas de la Caridad “Charitas Cristi urget nos” (La caridad de Cristo
crucificado nos apremia. 2Cor. 5,14).
Estos tres pilares de actuación de vida deben desarrollar nuestra vocación misionera, desde
la convicción de que sirviendo y evangelizando al necesitado estamos sirviendo y dando
gloria a Dios Padre.
Después de toda lectura reflexiva, formación pastoral o encuentro de oración, uno debe
ponerse un compromiso. Desde mi humilde experiencia, os comparto algunas preguntas
para reflexionar y de las que podamos sacar algún compromiso que nos ayude a consolidar
nuestra espiritualidad vicentina:
1. ¿Leo y estudio la Biblia, de forma habitual, tratando de que sea un referente de
actuación en mi vida?
2. ¿Vivo mi fe y doy testimonio de ella?
3. ¿Realizo un compromiso activo por la justicia social y el servicio al necesitado?
4. ¿Me siento identificado y comprometido con los valores de nuestro carisma
vicenciano?
Este tiempo puede ser un buen momento para pararnos en nuestro
activismo diario y analizar cuál es nuestra relación con Dios y cómo realizamos la misión
que Él nos encomienda.
José Manuel Rincón.
Profesor laico vicenciano y miembro de Misevi España.
Colegio San Vicente de Paúl. Laredo. Cantabria.
auladejosemanuel.blogspot.es