27 NOVIEMBRE: UN DÍA GRANDE EN EL COLEGIO
Como estaba anunciado, a las 17.30 h nos juntamos en la "estrella" para celebrar el día de la Milagrosa. Un ambiente familiar ocupaba la sala.
Fué un bonito encuentro, lleno de oración y cercanía.
Todos pudimos compartir nuestros sueños y ponerlos en brazos de María, a la vez que el deseo de ser luz para los que más nos puedan necesitar y hacer posible el "milagro" de que el Reino de Dios se haga posible , aquí y ahora.
Os
inserto unas líneas de la homilía que el Sr. Arzobispo de Oviedo dirigió en
la Eucaristía del sábado 18, en el congreso de Escuelas católicas en Oviedo. En un día como el de la Milagrosa, son un regalo para TODOS los que formamos parte del proyecto del Colegio Hogar San José. DISFRUTADLO:
Educar
con la emoción cristiana tiene que ver con la responsabilidad que todos
nosotros como Iglesia tenemos delante: en la familia, en las comunidades
cristianas, en la escuela. Tres engarces distintos pero inseparables para
ofrecer la pasión con la que los cristianos queremos educar acompañando a la
generación que se nos ha confiado en el tiempo donde se cumplen los años y el
espacio por donde pasa la vida.
Educar no es domesticar, sino acompañar con respeto en el descubrimiento de la verdad, la bondad y la belleza que nos corresponden para que podamos crecer como personas y como creyentes. Hay una preciosa metáfora que el entonces profesor Joseph Ratzinger proponía para explicar este acompañamiento educativo: «Con la mirada del artista, Miguel Ángel veía ya en la piedra que tenía delante la imagen guía que ocultamente esperaba ser liberada y salir a la luz. El cometido del artista, según él, no es otro que eliminar lo que todavía recubría la imagen. Miguel Ángel concebía la auténtica acción artística como un sacar a la luz, poner en libertad, no como un hacer». Más adelante dirá Ratzinger que el teólogo franciscano san Buenaventura proponía esa misma comparación para indicar que Dios con nosotros es como un escultor que va eliminando las escorias de lo que es inauténtico para que aparezca poco a poco la belleza única que dentro se escondía esperando algún día ser liberada.
Queridos amigos y hermanos, tenéis una vocación preciosa y la sociedad y la Iglesia os necesitamos de manera urgente e imperiosa. No es fácil en los tiempos que corren, pero es siempre apasionante como todo lo que vale la pena. En este camino nos jugamos el futuro de nuestra humanidad, al que no sabemos ni queremos renunciar por convicción y por responsabilidad. No tenemos una extraña pretensión de poder, sino tan sólo aspiramos a poder educar desde cuanto el Maestro Jesús nos dejó como mensaje de evangelio vivo y que la Iglesia custodia, defiende y apasionadamente propone en medio de una sociedad plural.
La emoción, cuando es verdadera mueve y conmueve poniendo en nuestras manos el cincel de artista que saca lo mejor que este mundo lleva en su adentro, nos confía el pincel con el pintar la vida de fe y esperanza, nos regala la pluma para contar y comunicar historias verdaderas con nosotros como protagonistas, y en medio los ruidos que ensordecen proponer las notas de una melodía que llene nuestras vidas de paz.
Educar no es domesticar, sino acompañar con respeto en el descubrimiento de la verdad, la bondad y la belleza que nos corresponden para que podamos crecer como personas y como creyentes. Hay una preciosa metáfora que el entonces profesor Joseph Ratzinger proponía para explicar este acompañamiento educativo: «Con la mirada del artista, Miguel Ángel veía ya en la piedra que tenía delante la imagen guía que ocultamente esperaba ser liberada y salir a la luz. El cometido del artista, según él, no es otro que eliminar lo que todavía recubría la imagen. Miguel Ángel concebía la auténtica acción artística como un sacar a la luz, poner en libertad, no como un hacer». Más adelante dirá Ratzinger que el teólogo franciscano san Buenaventura proponía esa misma comparación para indicar que Dios con nosotros es como un escultor que va eliminando las escorias de lo que es inauténtico para que aparezca poco a poco la belleza única que dentro se escondía esperando algún día ser liberada.
Queridos amigos y hermanos, tenéis una vocación preciosa y la sociedad y la Iglesia os necesitamos de manera urgente e imperiosa. No es fácil en los tiempos que corren, pero es siempre apasionante como todo lo que vale la pena. En este camino nos jugamos el futuro de nuestra humanidad, al que no sabemos ni queremos renunciar por convicción y por responsabilidad. No tenemos una extraña pretensión de poder, sino tan sólo aspiramos a poder educar desde cuanto el Maestro Jesús nos dejó como mensaje de evangelio vivo y que la Iglesia custodia, defiende y apasionadamente propone en medio de una sociedad plural.
La emoción, cuando es verdadera mueve y conmueve poniendo en nuestras manos el cincel de artista que saca lo mejor que este mundo lleva en su adentro, nos confía el pincel con el pintar la vida de fe y esperanza, nos regala la pluma para contar y comunicar historias verdaderas con nosotros como protagonistas, y en medio los ruidos que ensordecen proponer las notas de una melodía que llene nuestras vidas de paz.